Aire de protagonismo/DESDE EL ESPEJO


Una escena de "Los cuatro fantásticos" (Tim Story, 2005) refleja algo paradójico y metafórico de lo que es, entre chiste y chiste, una realidad; quizá la escena como tal no tenía esa intención, pero ejemplifica como nadie ha sabido ejemplificar lo que sucede en las redes sociales y en la misma realidad, estos últimos años.
La escena va así: los cuatro fantásticos entran por primera vez en interacción, así transformados, con la gente del lugar, que los miran, como sorprendidos testigos.
Los cuatro héroes comienzan a hablar entre sí, casi gritándose, sobre cómo controlar sus poderes.
La mujer es la que la pasa peor, porque está desnuda y es Jessica Alba y está como para que la cubran con algo más que ropa. El detalle es ese: mientras los héroes están discutiendo, la gente que está alrededor de ellos SOLO MIRA, NO HABLA, SE LIMITA A RODEAR AL CUARTETO Y ES TESTIGO DE AQUELLA DISCUSIÓN.
Además de inverosímil, la escena en cuestión no tiene sentido. Son cuatro seres diferentes y, por ende, superiores y peligrosos para el ser humano promedio, y más cuando esta clase de ser humano es del centro de una ciudad norteamericana, como se puede notar en esta película: esa ciudad (Los ángeles, quizá) de seguro está plagada de personas armadas y gente también un poquitín paranoica, que puede reaccionar de pronto y disparar a los anómalos personajes.
Pero como sabemos, esto NO SUCEDE.
La gente sin poderes se limita a presenciar a los cuatro héroes charlar y discutir, como si de una sesión del Teatro del Oprimido se tratara, hasta que la acción se reinicia, con la intervención de un intermezzo argumental o una crisis que hace que los cuatro héroes vuelvan a la acción y sean aplaudidos por la gente que, al final, los acepta dentro de su "ecosistema".
La metáfora no es tal hasta que se interpreta, y la paradoja está en que la escena, por más bien filmada que esté, no refleja la realidad y la proyecta en otro sentido, al convertirse en metáfora.
Me explico ahora mejor: Siendo metáfora, la escena tiene un sentido bastante legible, y la legibilidad de este sentido reposa en la diferencia de los cuatro fantásticos con la gente que los rodea. ¿Qué de importante tiene la gente que rodea al cuarteto? Nada, pero al mismo tiempo esa gente es testigo de lo que les sucede a ellos. En la expectación recae su importancia. Ellos dan vida a los héroes, porque los héroes no serían tales si no protegen a la gente.
Ahora bien, en la escena en cuestión, no existe una situación de peligro. La gente mira a los cuatro personajes hablar, quizá discutir y... Nada más.
Los héroes olvidan que están siendo observados por la gente de alrededor, y siguen con su show, como si hubieran borrado de sus mentes la idea de ser observados... Se vuelven en protagonistas por el guion, no por el sentido de la escena.
Como dije, la escena es inverosímil: yo veo a un hombre en llamas, a otro como piedra y a otro estirándose como chicle y pongo pies en polvorosa, como dice el lugar común narrativo.
Pero si transformamos a esa escena en una metáfora, le damos un sentido paradójico: los cuatro fantásticos son la gente de cierta clase y "costumbres" (sea de élite, sea de clase media en ascenso o en descenso, sean postulantes a la posición de artistas, escritores, o personas que tienen un montón de amigos en Facebook o Instagram), y la gente que rodea al cuarteto, por lógica metafórica, es la gente normal, común y corriente, quizá amistades, admiradores, etc.
He ahí el aire de protagonismo de esa clase que piensa que el resto del mundo le rodea. He ahí cómo sienten que es la vida, que todo debiera girar a su alrededor, que el destino y el engranaje de la historia debe girar porque sí, porque ellos están destinados a ser voceros y autores de la historia. Los cuatro fantásticos, como tales en paradoja metafórica, son los que actúan y hacen el universo moverse, mientras que los que carecen de ese poder, la gente normal, común y corriente, los rodea y no escapa; es más, atestigua el nacimiento, el desarrollo y las acciones de los héroes.
Es como ver a un príncipe y creer que tiene algo especial, más allá de su título: imbéciles fueron a veces (en nuestra historia) los protagonistas por sus "poderes", adquisitivos, nobiliarios, de costumbre, de base real o simbólica, y eso quizá no es la gran cosa al final.
De ahí que se haya criticado (últimamente) al poder y acción de la clase media boliviana (clase media económica, política, tradicional y, lamentablemente también, adquisitiva), que cree que todo lo que escribe desde las redes sociales, es nada más, nada menos, que ORO, como si se creyeran gallinas que expelen huevos de oro.
Así, la escena de "Los cuatro fantásticos" pasa a verse desde el espejo, como una metáfora paradójica de una realidad tan asida de las criadillas a veces, que hay que apelar a la fantasía para ver y observar mejor la realidad.

(Fuente de imagen: Fotograma de "Los cuatro fantásticos", Tim Story. 2005)

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